NÓMADAS DE SU IDENTIDAD

barcode.jpg
 

NÓMADAS DE SU IDENTIDAD

Oct 21 2011

“Los hombres quieren a una dama en la mesas y a una ‘prostituta’ en la cama,” Ana Teresa Fernández aún recuerda esta frase desde su adolescencia y esa memoria la ha llevado a cuestionar el significado de su género en la sociedad hispana contemporánea. Con frecuencia, ser mujer se asocia con tal condición, su participación por lo que en el mundo laboral siempre será un reto, asimismo, su ascenso a un nivel alto dentro de la cadena empresarial constituye toda una odisea que no terminará al llegar, sino que tendrá que luchar permanentemente para proteger su status. Aunque la mujer actual pertenezca a otra generación, donde han habido cambios significativos, todavía sufre de consecuencias que provienen de las decisiones tomadas a lo largo de su vida. Estas pertenecen parecen ir en contra de la manera en que las criado, que se limita a: nacer, educarse, casarse, producir hijos y cuidar a su marido.

barcode5.jpg

Desafortunadamente, el machismo no tiene sexo y reaccionando ante ese comportamiento aceptado, la artista comenta: “Cuando te dicen, ‘¡Pórtate como Dios manda!’, generalmente proviene de otra mujer. Me pregunto a veces si es lo que los ‘Hombres Mandan’ o es ‘lo que tú piensas que le pueda llamar la atención a los hombres para que se casen contigo y no te quedes soltera de por vida’. Cabe decir que este tipo de pensamiento puede estar relacionado a dos extremos: la inseguridad masculina o la impotencia femenina que, de manera generosa, frena sus sueños para servir a su cónyugue. Ana Teresa comenta en relación a estas ideas: “Por un lado la mujer es culpable por la fragilidad o pérdida de control ante el hombre; ejemplo de esto es el caso reciente del francés Dominique Strauss-Kahn, Director del Banco Internacional con la camarera del hotel. En algunos países, cubren físicamente a la mujer para evitar que seduzca al hombre, pero en otros, la escasez de ropa sobre un cuerpo femenino es lo que valoran y lo que más se vende.” El sexo femenino se ha convertido en un objeto contradictorio, que mantiene una identidad social ambigua, ya que ambos sexos no han sabido colocarla en un lugar adecuado. Su presencia manifiesta un comportamiento, tambíen opuesto, entre la población masculina pues se convierte lo mismo en objeto de mira o en símbolo de inocencia, causando que las conversaciones masculinas se transformen con el fin de proteger al ente femenino de temas que se consideren inapropiados.